LEYENDAS URBANAS : LAS GEMELAS

Había una vez, en un pequeño pueblo alejado de la civilización, dos gemelas llamadas Ada y Ema. Eran inseparables desde que nacieron, compartían todo y tenían una conexión tan profunda que muchas veces parecían leer los pensamientos de la otra.

Sin embargo, la tranquilidad del pueblo se vio interrumpida cuando un ser maligno llegó a la región. Poseía una oscuridad indescriptible y se alimentaba del sufrimiento humano. Este ser, conocido como El Oscuro, tenía la capacidad de tomar posesión de los cuerpos y torturar a sus víctimas hasta llevarlas a la más absoluta desesperación.

Una noche, bajo la tenue luz de la luna llena, El Oscuro encontró a las gemelas Ada y Ema. Sintiendo su unión especial, vio en ellas un sufrimiento potencial que le daría una satisfacción inmensa.

Mientras las gemelas dormían plácidamente en su habitación, El Oscuro se deslizó sigilosamente hacia ellas. Con una risa macabra, susurró en sus oídos palabras llenas de maldad, desatando pesadillas horribles en sus mentes.

A medida que las noches pasaban, Ada y Ema eran acosadas constantemente por las terribles pesadillas. El miedo se apoderó de sus corazones y la oscuridad comenzó a invadir sus almas. Las gemelas perdieron su alegría y vitalidad, consumidas por el tormento que sufrían mientras dormían.

Su deterioro físico se volvió evidente, con ojeras oscuras bajo sus ojos y una palidez mortal en su piel. Los aldeanos, preocupados por su estado, intentaron ayudar, pero cualquier intento de aliviar su sufrimiento era en vano.

El Oscuro se regocijaba con el progreso de su plan. Veía cómo las gemelas se sumergían cada vez más en la desesperación y la locura. El sufrimiento que infligía era su alimento y no tenía intenciones de detenerse hasta que sus almas estuvieran completamente destrozadas.

Finalmente, una noche, el tormento se volvió insoportable para Ada y Ema. Desesperadas por escapar de las pesadillas y del sufrimiento interminable, decidieron tomar una drástica decisión. Tomadas de la mano, caminaron hasta un acantilado que se alzaba sobre el mar embravecido.

Sin titubear, saltaron al vacío, poniendo fin a su tortura. Sus cuerpos sin vida quedaron atrapados entre las rocas en un rincón oscuro y olvidado. Pero sus almas, llenas de oscuridad y dolor, quedaron condenadas a vagar para siempre en aquel lugar.

Desde entonces, se dice que si te aventuras en esa parte del acantilado en una noche de luna llena, puedes escuchar los lamentos desgarradores de las gemelas.

Créditos Leyendas Urbanas

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