Rayuela, 60 años: una antinovela rebelde y lúdica para jóvenes que no quieren que les den lecciones

Cómo leer y releer el libro cumbre de Julio Cortázar, historia de amor y desencuentros, que es mucho más que un dibujo con tiza en el suelo

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Daniel Gigena

LA NACION

Julio Cortázar, eternamente joven, publicó "Rayuela" a los 48 años

No son tantas las novelas latinoamericanas del siglo XX que pasaron a la historia. Una de ellas es Rayuela, de Julio Cortázar (1914-1984), piedra angular del boom consagrada en 2019 con una edición conmemorativa de la Asociación de Academias de la Lengua Española y la Real Academia Española, que se presentó en el Congreso de la Lengua en la ciudad de Córdoba en 2019 y que este miércoles cumple sesenta años. Por la originalidad de la propuesta, la “contranovela”, “antinovela” y “metanovela” cortazariana, que se puede leer de varias maneras y donde no solo conviven distintos registros del español sino incluso una lengua nueva y sensual (el gíglico), le aseguró al escritor argentino juventud eterna.

No son tantas las novelas latinoamericanas del siglo XX que pasaron a la historia. Una de ellas es Rayuela, de Julio Cortázar (1914-1984), piedra angular del boom consagrada en 2019 con una edición conmemorativa de la Asociación de Academias de la Lengua Española y la Real Academia Española, que se presentó en el Congreso de la Lengua en la ciudad de Córdoba en 2019 y que este miércoles cumple sesenta años. Por la originalidad de la propuesta, la “contranovela”, “antinovela” y “metanovela” cortazariana, que se puede leer de varias maneras y donde no solo conviven distintos registros del español sino incluso una lengua nueva y sensual (el gíglico), le aseguró al escritor argentino juventud eterna.

La novela se publicó en Buenos Aires, en la editorial Sudamericana, el 28 de junio de 1963. Cortázar tenía 48 años. “Rayuela no es mi placer; era una especie de compromiso metafísico, era una especie de tentativa para mí mismo además -declaró Cortázar-. Y entonces descubrí, en efecto, que Rayuela estaba destinado a los jóvenes y no a los hombres de mi edad. Nunca lo hubiese imaginado cuando lo escribí. Ahora, ¿por qué? ¿Por qué fueron los jóvenes los que encontraban algo que los impresionó, que los impactó, como dicen ahora en la Argentina? Yo creo que es porque en Rayuela no hay ninguna lección. A los jóvenes no les gusta que les den lecciones”. Las primeras críticas, incluso en LA NACION, fueron poco favorables e “indignadas”, como recordó el autor.

En la década de 1960 -época de “estilos radicales” políticos y estéticos- Cortázar hizo su propia apuesta utópica, rebelde y lúdica con Rayuela. “Todos queríamos ser entonces cronopios”, recordó el escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Según Mario Vargas LlosaRayuela habría sido imposible de escribir sin la personalidad y el carácter del autor. “Es una novela de una extraordinaria libertad y desprovista de maldad, algo raro en las grandes novelas”, remarcó el Nobel (no solo para él, sin embargo, el “Cortázar del futuro o de la eternidad” es el de los cuentos). Para Luis Gusmán, “Rayuela implicó una ruptura en la linealidad de la escritura y la lectura de nuestra literatura; después como es previsible, como cualquier ‘ismo’ fue otra historia”. En sus clases en la Universidad de Buenos Aires, Beatriz Sarlo la definió como “una novela de la deriva espacial”. Jorge Asís, en cambio, señaló que la novela había soportado mal “el crecimiento del pasto salvaje sobre sus páginas” y se había cargado de “moho espeso”.

El jazz atraviesa "Rayuela" de punta a punta
Además de disponer de un “tablero de dirección” (“A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros”, advierte el autor) o brújula de lectura para seguir las aventuras de Oliveira, La Maga, Morelli, Traveler, Talita y otras criaturas, Rayuela tuvo su “cuaderno de bitácora”, un manuscrito que leyó magistralmente la profesora y lingüista Ana María Barrenechea, autora de Cuaderno de bitácora de Rayuela, publicado en 1983, cuando Cortázar visitó Buenos Aires por última vez, poco antes de morir. En esa ocasión, el recién electo presidente Raúl Alfonsín no invitó al escritor exiliado a un encuentro con personalidades de la cultura; tiempo después, declaró que le hubiera gustado conocerlo. La exsecretaria de Alfonsín, Margarita Ronco, se atribuyó la responsabilidad del traspié presidencial.

(Agüero 2502), se celebrará el 60° aniversario de Rayuela con una mesa redonda integrada por los escritores y críticos Ivonne Bordelois, Juan José Becerra, Irene Chikiar Bauer, Silvia Hopenhayn y Sergio Pujol y coordinada por la editora Gaby Comte, la participación de Rep, un concierto jazzero a cargo del saxofonista Pablo Ledesma y el pianista Pepe Angelillo, que interpretarán una selección de los temas que se mencionan en la novela y, el miércoles, una lectura pública donde los fans de Rayuela podrán elegir su fragmento favorito de la emblemática novela.

El ciclo está organizado por Mariana Iglesias, periodista y directora de Coolturarte. “El 60° aniversario de Rayuela es la oportunidad y la excusa perfecta para volver al texto, que tiene una edición conmemorativa de la RAE publicada en 2019 -dice Iglesias-. Durante la pandemia muchos lectores volvieron al libro y otros se animaron por primera vez, a través de talleres y grupos de lecturas virtuales, y luego presenciales. El desafío principal se presenta para quienes eligen como primera lectura el ‘tablero de dirección’. Sin embargo, trabajando ejes como las ciudades, los personajes, las artes y los lenguajes, el libro cobra sentido y de pronto nos encontramos discutiendo si Klee o Miró e investigando (ahora con internet y aplicaciones como aliadas) quien era ‘la desconocida del Sena’, armando el mapa de la París o tomando contacto con la patafísica de Jarry, los textos de André Breton y las composiciones de John Cage. Porque es infinita, estimulante, graciosa y ofrece distintas capas de lectura, que siempre es una buena experiencia volver a Rayuela”.

Biblioteca Nacional se propone una lectura con la participación activa del público. Quienes se acerquen podrán compartir y leer en vivo su fragmento preferido del libro; si en casa no lo encuentran, habrá ejemplares disponibles del clásico cortazariano.

Por Daniel Gigena

Fuente La Nación

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