¿CONOCES LA HISTORIA DE SAN FRANCISCO DE ASIS ?

En una época de caballeros y castillos, de intrigas palaciegas y batallas épicas, surgió un hombre cuya armadura eran sus humildes ropas, y su espada, el amor incondicional hacia todos los seres vivos. San Francisco de Asís, el joven rebelde que cambió las lujosas vestimentas y fiestas por la vida ascética, nos dejó una historia que merece ser contada con una taza de té en mano y una buena manta para acompañar.

Francisco nació en el seno de una familia adinerada en Asís, Italia. Como joven, disfrutaba de las fiestas y las alegrías propias de su edad y posición social. Sin embargo, una serie de eventos, incluyendo una enfermedad y su experiencia como prisionero de guerra, lo llevaron a replantearse su vida. Una voz en su corazón le decía que había algo más, algo que iba más allá de la riqueza y el poder.

En una emblemática ocasión, Francisco se encontró con un leproso en el camino. En lugar de alejarse como muchos habrían hecho, se acercó y lo abrazó. Este gesto, aparentemente simple, marcó el inicio de su transformación. Francisco empezó a desprenderse de sus pertenencias, llegando incluso a despojarse de sus ropas en público como símbolo de su renuncia total a los bienes materiales.

Pero su revolución no se quedó ahí. Francisco no solo abrazaba a los leprosos; veía a todos los seres vivos, desde el lobo hasta el gorrión, como hermanos. Su amor por la naturaleza lo llevó a componer «El Cántico de las Criaturas», en el que alaba al sol, la luna y las estrellas. No es difícil imaginárselo caminando por los bosques de Asís, conversando con los pájaros o maravillándose ante la belleza de una simple flor.

A su alrededor, otros jóvenes se sintieron inspirados por su mensaje y decidieron seguirlo. Así nació la Orden Franciscana, un grupo de hombres y mujeres comprometidos con una vida de pobreza, humildad y amor hacia todas las criaturas. Francisco les enseñaba que no era necesario tener grandes riquezas para ser feliz; la verdadera felicidad residía en la sencillez y en la conexión con la naturaleza y con Dios.

San Francisco de Asís falleció a los 44 años, dejando tras de sí un legado que perdura hasta nuestros días. Su vida es un recordatorio de que la verdadera riqueza no se mide en oro o joyas, sino en el amor que damos y recibimos. Así que, la próxima vez que te encuentres en la naturaleza, ya sea en un parque o en un bosque, recuerda a Francisco y saluda a las criaturas que te rodean. Después de todo, son tus hermanos y hermanas.

Fuente : Jessica Canal Travel

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